La historia de una mansión que ocupaba una manzana y se rumorea que vivió la amante de un presidente argentino
Epicentro de la vida social de principios del siglo pasado, esta propiedad del Tigre mezcla un halo tradicional, con prestaciones propias de la modernidad.
Construida en 1890, la residencia de estilo inglés se levanta sobre un lote arbolado en la calle Juez Tedín, en Tigre, a pocos metros del río, y conserva su estructura original con techos de tejas y galerías perimetrales.
Las casas tienen vida, esa que atravesaron sus propietarios, sus visitantes, pero también los tiempos que les pasaron por al lado. Tigre, por su parte, le aporta a cualquier espacio la bohemia de la vida cerca del agua, y cierto tono de fin de semana y retiro que por tradición marcó los orígenes de las mansiones de la zona. En particular, esta propiedad, localizada en la calle Juez Tedín, fue un regalo de Ramón Oliveira César a su hija.
Originalmente, las casonas de esta zona fueron edificadas para ser usadas como quintas o como sitios de vacaciones. Sin embargo, lo curioso es que en este caso, la propietaria, al poco tiempo de tomarla como vivienda, decidió transformarla en su sitio permanente. Esto convirtió a la propiedad en una rara avis.
La entrada resalta por su puerta de época y las molduras originales que se mantienen en excelente estado, acompañadas por detalles ornamentales que reflejan la arquitectura de finales del siglo XIX.
Además de ser epicentro de la actividad social típica del resto de las propiedades de la zona en el verano, tenía una vida activa durante todo el año. Lo que refuerza una de las leyendas que rozan a la mansión: se dice que fue vivienda permanente porque una de sus habitantes era la amante de un ex presidente de la Nación. Los rumores escalan y algunas fuentes aseguran que fue el propio mandatario quien pagó la construcción y quien visitaba frecuentemente la obra para hacerle seguimiento.
Algunas fotos dan cuenta de la presencia del susodicho presidente en la mansión, pero existen quienes objetan que podrían haberse registrado durante una visita social. Aún así, muchos testigos indican que la visitaba con frecuencia y que era refugio de los amantes, ambos casados al momento.
Ubicada en un entorno privilegiado, a metros del río, esta residencia de estilo inglés fusiona el encanto de la arquitectura de época con el confort moderno. Una estructura sólida, pisos de pinotea, techos de tejas y detalles originales.
El living se destaca por sus pisos de pinotea, la luz natural y la conexión fluida con otras áreas sociales de la casa. El comedor mantiene la impronta señorial de la época, con cielorrasos altos, ventanales amplios y conexión directa a la cocina. El ambiente conserva una cocina económica en funcionamiento, acompañada por artefactos actuales.
Al ingresar desde su galería perimetral, se accede a un living que conecta con el comedor principal y un jardín de invierno con vista al parque. Desde el living también se accede a la cocina, un ambiente amplio que conserva su esencia, complementada con artefactos modernos. La zona está vinculada al comedor y cuenta con una gran alacena. En esta planta hay además un toilette de recepción y un baño completo con acceso al exterior, ideal para servicio o huéspedes.
En la planta alta, una escalera de madera conduce a un primer nivel donde se encuentra la suite principal, con dos vestidores, baño en suite y acceso a un jardín de invierno privado, con vistas abiertas al parque. Un segundo baño permite la independencia del otro dormitorio. También en este nivel hay un gran escritorio con una biblioteca de madera protagonista, que podría transformarse en una nueva suite o en una sala de lectura.
El exterior es un oasis. La galería perimetral, con vistas abiertas al jardín y la pileta, conduce al patio de adoquines, donde se encuentra la parrilla, el acceso a las cocheras y al sector de servicio. La casa tenía más de una manzana como casi todas las quintas de esa época. Con el paso del tiempo fue loteada y el resto ahora tiene una fracción típica suburbana. “Se conservan el parquizado y las plantaciones de árboles de esa época. Hay dos palmeras más que centenarias y un tilo que pareciera ser de la misma época, frondosísimo y de enorme tamaño”, completa Obetko.
Desde la galería posterior se accede al área exterior, que incluye jardín, pileta, patio de adoquines y parrilla. La vegetación se ha ido renovando con el tiempo e incluye fresno, jacarandá, roble del pantano, liquidámbar, y otros árboles. Cuando se agregó la pileta, se sumó vegetación de hojas grandes, típica de los jardines tropicales.
Por Flavia Tomaello